sábado, 28 de julio de 2007

GUIONISTAS, LOS FEOS DE LA PELÍCULA


Por Ángel Pulido

En fechas recientes, específicamente a raíz del muy mediatizado divorcio artístico entre Alejandro González Iñárritu vs. Guillermo Arriaga, los ojos de la opinión pública nacional se enteraron de una realidad que muy pocas veces sale a la luz: que en toda película existe un guionista y (¡horror!) éste tiene un papel vital como creador y autor intelectual de la misma.


ÁNGEL PULIDO (cuarto y séptimo draft)








Pero, ¿a qué se debe que al guionista se le considere como una parte más bien pequeña en la concepción de una película, si se supone que él es el autor intelectual de la historia y los personajes que forman la columna vertebral del filme? La respuesta más sencilla puede ser: no lo sé. Quizá se deba a la visión meramente comercial de algunos productores de que la historia está al servicio de la película y no al revés.

Es muy conocida la anécdota que William Faulkner trabajó un tiempo para la Warner Bros. como guionista bajo contrato. Un buen día un productor entró a la oficina donde los guionistas tenían que estar ocho horas diarias escribiendo y se encontró a Faulkner meditabundo, mirando por una ventana. Furioso, el productor le preguntó por qué no estaba escribiendo.

-Porque estoy pensando- respondió Faulkner.
-No le pago por pensar, sino por escribir- reclamó el indignado productor.

Esa historia nos da una idea del papel que tradicionalmente ha tenido el guionista en la industria del cine. Poco más que un molesto requisito previo antes de iniciar el rodaje. Algo así como la tía gorda que hay que ir a saludar antes de pasar a la fiesta para festejar con las primas guapas y glamorosas. Pero no por ser considerado como un mal menor, la participación del guionista es un asunto rápido e indoloro.

No es casualidad que el santo patrono de los guionistas sea Sísifo, héroe griego condenado por Hades a empujar una pesada piedra por una colina que, momentos antes de llegar a la cima, resbala hasta caer al fondo y tiene que comenzar de nuevo desde el principio. Al igual que en la tragedia de Sísifo, no es extraño que un guionista tenga que hacer decenas de tratamientos a su historia para que, la mayoría de las veces, se regrese a la versión original.


ÁLFONSO SUÁREZ ROMERO (primero y segundo draft)








Otro gran problema con el que se encuentra el guionista (o escritor de cine, para no herir susceptibilidades) es la absurda creencia popular de que cualquier persona con tres dedos de frente y una máquina de escribir puede concebir una historia para cine por el simple hecho de haber visto muchas películas. Esto sería lo mismo que creer que el haber visto muchas operaciones de apéndice me capacita para ser cirujano.

En resumen, el trabajo del guionista se queda en el papel y su participación en la producción de la película se reduce al mínimo. Pero la situación parece haber cambiado un poco. Algunos guionistas ya son reconocibles por el público. Nombres como Charlie Kauffman (¿Quieres ser John Malkovich?, El Ladrón de Orquídeas), Richard Curtis (Un lugar llamado Nothing Hill, Realmente amor) y Guillermo Arriaga (Los tres entierros de Melquiades Estrada, Babel) son un punto importante para la promoción de sus películas y se anuncian con letras tan grandes como las del director y los actores.


MARIO P. SZÉKELY (quinto y sexto draft)





Pero más allá de las actitudes de víctima que son muy propias de los escritores, ¿podemos considerar al guionista como el verdadero autor de una película? La respuesta, yo pienso, es no. Aunque en mi corazón apoyo la posición de Guillermo Arriaga del escritor como auteur total, la verdad es que una historia escrita en papel necesita de un enorme esfuerzo de un pequeño ejército de artistas y técnicos para llevarla a la realidad. El fin último de un guión no es su lectura, sino convertirse en un producto fílmico, y si este guión pasa por la talentosa visión de un fotógrafo, el apoyo incondicional de un buen productor y la sensible interpretación de un director, el resultado es algo que supera por mucho las intenciones originales del escritor.


GUSTAVO MOHENO (tercer draft y draft final)



El guión inicial debe crecer, cambiar, incluir nuevas y mejores ideas. Así, el resultado se vuelve mayor que la suma de sus partes. Ya sé que eso es sólo el decir de un cliché. Pero es un hermoso cliché.

Nota de Wind Master
Este texto apareció originalmente publicado en la revista Cine Premiere de julio de 2007.
Se escribieron 8 drafts distintos de Hasta el viento tiene miedo. La versión final contiene elementos de todos los escritores.

viernes, 27 de julio de 2007

¡GRACIAS EXCÉLSIOR!

Esto apareció el día de ayer en Excélsior.



Cine desde la red

El director Gustavo Moheno estrenó un blog en el que se pueden seguir las principales incidencias del rodaje de su ópera prima

Por Salvador Franco Reyes


Con la intención de promover el estreno de su cinta Hasta el viento tiene miedo, el director Gustavo Moheno inició un blog en internet, en el que poco a poco revelará algunos secretos de este largometraje de suspenso protagonizado por Martha Higareda, Verónica Langer, Mónica Dionne, Danny Perea y Mafer Malo.

El lanzamiento de la película está programado para octubre de este año, pero el realizador consideró apropiado crear desde ahora un espacio cibernético para "ir calentando el terreno".

"La idea principal es promover la película y tener una especie de diario. Esto del blog es algo que yo propuse, porque siempre he sido fan de los blogs, aunque nunca había tenido uno.

"El blog pretende ser un vehículo alternativo para subir cosas que no encuentran espacio en los medios de comunicación o en la página oficial de la película", comentó Moheno en entrevista y precisó que el público podrá encontrar ahí "información más detallada y chistosa" de su ópera prima.

Por lo pronto, en la primera entrega de www.hastaelvientotienemiedo.blogspot.com se pueden encontrar tres temas de Eduardo Gamboa que aparecerán en la banda sonora de la cinta.

El objetivo del realizador será renovar constantemente el sitio, y proveer al público de entrevistas, fotografías, videos y otra serie de materiales, que pondrán al espectador en contacto con el largometraje y sus creadores.

"La idea es nutrir el blog constantemente con información y detalles de la filmación. También queremos que los coguionistas y actrices escriban sobre su experiencia en el rodaje", agregó Moheno.


Hasta el viento tiene miedo es una nueva versión de la cinta homónima realizada por Carlos Enrique Taboada en 1968, y que es considerada un clásico dentro del cine de terror mexicano.

"Alguna vez Guillermo del Toro dijo que Hasta el viento tiene miedo era una chingonería y, es más, él quería relanzarla comercialmente o en DVD, pero hay un relajo con los derechos de autor, porque nadie sabe quién es el dueño de la cinta".

"Mi versión es completamente otra película, pero parte de la premisa de Taboada, y en cierto sentido es un homenaje a él. Es como decía Del Toro, cuando haces una adaptación es como casarte con una viuda: tienes que respetar la memoria del difunto, pero no por ello dejar de disfrutar la luna de miel y hacer tus cositas", concluyó Moheno.

Además, se confirmó que el sitio oficial de la cinta estará disponible dentro de dos meses y funcionará de manera independiente al blog.

Fe de erratas de Wind Master
El sitio oficial de la cinta estará disponible dentro de dos semanas, no dos meses. Y bueno, Gustavo Moheno no es el único que nos da material para alimentar este blog... Muy padre la nota, Salvador. ¡Mil gracias!

jueves, 26 de julio de 2007

FILMANDO CON EL CAMERA CAR


Locación: carretera del Ajusco. El crew prepara desde muy temprano el Camera Car. La secuencia a filmar es el viaje de Claudia (Martha Higareda) hacia la Casa Alquicira. La nieve de las montañas delata lo inusualmente fría que fue esa mañana de noviembre de 2006.


















Susana Garduño, la sonidista, no tiene mucho qué hacer en este momento, así que se echa su habitual cigarrito al tiempo que comprueba en vano si su celular tiene señal.


El crew termina de montar el auto a filmar sobre el Camera Car.


Una vez montada la Panavision en el Camera Car, el director (Gustavo Moheno) checa el cuadro. Del lado derecho se encuentra el experimentado director de fotografía Arturo de la Rosa.


El Camera Car arranca. El de la gorra roja es el gaffer Ignacio Sánchez. En la cámara está el operador de la misma -Juan Carlos Lazo- esperando la señal del director para empezar a filmar. Dentro del auto se encuentran los actores Orlando Moguel y Martha Higareda.


Del lado contrario del Camera Car y rodeado por varios miembros del crew, al fondo, el director observa su pequeño monitor segundos antes de gritar ¡ACCIÓN!


Más tarde, paciente y disciplinada como la profesional que es, Martha Higareda espera a que se produzca el siguiente emplazamiento de cámara.

miércoles, 25 de julio de 2007

CON USTEDES... ¡ELIZABETH VALDEZ!

              
Ganadora de la Diosa de Plata 2006 en la categoría de co-actuación femenina por su personaje de Elena en La última noche, Elizabeth Valdez se ha dedicado a experimentar en el arte de la actuación con diversos roles, destacándose también en Cero y van cuatro (segmento Vida Express), y Las Lloronas, por la que fue nominada al MTV Movie Award México al premio de Mejor Actriz.

En Hasta el Viento Tiene Miedo, Elizabeth interpreta a Ivette, una joven que es internada en la Casa Alquicira luego de haber ingerido todos los antidepresivos de su madre en busca de ganarse la atención de ésta.


Wind Master: ¿Cómo describes a tu personaje?

Elizabeth:
Ivette es una chava de clase alta, déspota, engreída, convenenciera, calculadora, astuta, egocéntrica, pero necesitada de mucho amor debido a lo mala que es su situación familiar.

Wind Master: De los temas que aborda "Hasta el viento tiene miedo", ¿cuáles te llamaron particularmente la atención?

Elizabeth: Me jaló el tema de la carencia de atención y amor que tienen los jóvenes y cómo esto los lleva a la autodestrucción con problemas como las drogas, la anorexia, la bulimia... En muchos casos todo esto es consecuencia de la falta de atención de los padres hacia los hijos.

Wind Master: ¿Cuál fue la escena más complicada que filmaste?

Elizabeth: La que sucede en la madrugada bajo la lluvia; hacía mucho frío y teníamos que correr en pijama en pleno bosque.

     
Wind Master: ¿Cómo recomendarías la película?

Elizabeth: Si quieren sentir miedito, brincar un rato de los asientos del cine y aparte deleitarse la vista con mujeres bellas -¡jajaajajajaja!- no se pierdan Hasta el viento tiene miedo. ¡Sí que sí!

martes, 24 de julio de 2007

DOS MINUTOS CON MAGALI BOYSSELLE

              
Magali llega a Hasta el viento tiene miedo después de haber formado parte del elenco principal de Los Sánchez, al mando de Luis Felipe Tovar. Actriz de teatro, comerciales y televisión, tiene una decena de cortometrajes de cine. Para la pantalla grande es parte del elenco de la ganadora del premio Mayahuel a Mejor Película Iberoamericana del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, Párpados azules, misma que también se proyectó en una sección del Festival Internacional de Cine de Cannes 2007.

Magali encarna a Silvia en Hasta el viento tiene miedo (2007) y nos cuenta en esta entrevista cuál fue su experiencia:

Wind Master: ¿Cómo es tu personaje?

Magali: Silvia es una chava que siempre anda a la defensiva para que la gente no se de cuenta de sus miedos e inseguridades. Posee una madre que no la entiende y se siente traicionada por ella cuando la manda a la clínica de la doctora Bernarda Alquicira. Al parecer, sufrió algún tipo de abuso sexual por parte del marido de la madre, lo que desató sus problemas de alimentación, los cuales son sólo un reflejo de lo que le pasa por dentro: la soledad infinita. Es por esto que Silvia está todo el tiempo provocando a las demás internas de la Casa Alquicira, porque al no poder tener su respeto busca infundirles miedo...

     
Su mejor amiga es Jessica (Mafer Malo), a quien admira por ser transparente y valiente... cualidades de las que Silvia carece.

Wind Master: ¿Cómo describes a tus compañeras de reparto?

Magali: Mafer Malo, ¡mi escorpioncita favorita, mi media naranja! Danny Perea, ¡mi intensa favorita, mi admiración!!! Martha Higareda, ¡mi brujita favorita, mi maestra!!! Valeria Ciangherotti, ¡mi tierna favorita, mi niña!!! Eli Valdez, ¡mi loquita favorita, "my partner"!!! y Mónica Dionne, ¡la tía favorita!!!

lunes, 23 de julio de 2007

PRIMER DÍA DE RODAJE


Lunes 20 de noviembre de 2006. Han pasado 8 meses. El viento helado calaba los huesos mientras el crew se alistaba a hacer la primer toma del día por ahí de las 8 de la mañana. ¿La locación? Ni más ni menos que un rincón del segundo piso del Periférico, mismo que la delegación Alvaro Obregón y el Gobierno del D.F. habían "prestado" por ser día feriado.
Dato curioso: el señor Fox todavía era presidente.


Ensayo con grúa para hacer la toma más complicada del día. La mujer de la chamarra -al fondo- sería reemplazada a la hora de la verdad por Martha Higareda.


El de la gorrita es el director-Gustavo Moheno- dándole las últimas indicaciones a Martha Higareda mientras Dios -perdón, la cámara- los observaba.

domingo, 22 de julio de 2007

¿QUIÉN ES CLAUDIA?

    
Por Ángel Pulido (co-guionista)

Claudia Villegas Velázquez es hija única del matrimonio que alguna vez formaron el doctor Ulises Villegas y la licenciada en derecho Alicia Velázquez.

Desde muy pequeña, Claudia fue criada en un ambiente familiar con fuertes raíces cristianas. El padre de Claudia, un laico comprometido de la congregación de los Hermanos Javerianos, le inculcó a su familia los sentimientos de compasión y ayuda al prójimo con los que trataba de regir su vida. Su mujer, Alicia, provenía de una familia de académicos con tendencias izquierdistas y era mucho menos piadosa que su marido, pero en honor al enorme amor y admiración que le profesaba a Ulises, terminó adaptándose al estilo de vida comprometido con la iglesia que demandaba el buen corazón del doctor.

De hecho, fue debido a los actos de ayuda desinteresada del doctor Villegas que Alicia conoció al que sería su marido. El encuentro se dio en un hospital de Balbuena, donde el doctor prestaba sus servicios de manera gratuita a personas de escasos recursos. Esa noche, el hermano de Alicia, Juan Carlos, había sufrido un aparatoso accidente automovilístico y fue gracias a la intervención del doctor Villegas que el hermano de Alicia fue atendido de inmediato en Urgencias. Esa noche sucederían dos cosas muy importantes en la vida de Alicia: una, por primera vez en su vida, rezó a Dios por la salud de su hermano y, dos, conoció al que sería el amor de su vida.

Entonces, Dios pareció responder a la plegaria de Alicia llenando su vida de bendiciones. No sólo su hermano se recuperó completamente, sino que el ángel de la guarda que conoció en el hospital le propondría matrimonio luego de un noviazgo bastante breve.

La boda fue un evento íntimo y maravilloso. Una vez casados, el doctor combinó sus prácticas gratuitas en hospitales públicos con consultas privadas. Alicia, influida por las nobles acciones de su esposo, consiguió trabajo como asesora legal en una fundación de protección a los derechos humanos. Todo parecía como salido de un cuento de hadas.

Justo cuando parecía no caber más felicidad en la vida de la madura pareja, nació Claudia. El doctor Villegas estaba fuera de sí de tanta felicidad. Le pidió a su esposa que renunciara a su trabajo y se dedicara de tiempo completo a su hija. Alicia aceptó encantada. Pero pronto se hizo evidente el gran esfuerzo que el doctor realizaba para cumplir todos sus compromisos laborales, mismos que lo dejaban completamente exhausto y comenzaban a minar su buen carácter. Sin embargo, las fuertes bases de amor y generosidad que imperaban en la casa del doctor parecían ser más que suficientes para superar cualquier adversidad.

Insistiendo en que su hija recibiera la mejor educación posible, Claudia entró a una escuela privada de monjas al sur de la ciudad, donde desde muy joven dio muestras de una gran inteligencia y un carácter fresco y alegre. Alicia se encargaba de llevar a Claudia a la escuela y de tener su hogar con una apariencia impecable, mientras su marido pasaba todo el día ausente, trabajando.

La relación de Claudia con su papá era muy especial: su padre era al mismo tiempo amoroso, consentidor, chistoso, cómplice. Y aunque Claudia creció siendo una niña feliz, rodeada de cuidado y atenciones, lo único que le faltaba para ser la niña más feliz del mundo era tener alguien con quien jugar. Claudia le pedía llorando a su papá un hermanito, pero el doctor era categórico: por el momento no podían darse el lujo de aumentar la familia. Y aunque Alicia apoyaba a su marido, en secreto esperaba muy pronto poder complacer a su hija con un nuevo integrante en la feliz familia.

Al cumplir doce años, Claudia se inscribió en el coro de la escuela donde cantaban temas religiosos. De hecho, cantar era lo que Claudia disfrutaba más que nada en el mundo. Cerraba los ojos y gritaba a todo pulmón sus alegres himnos de alabanza a Dios. Incluso, por esas fechas cruzó por su mente la idea de volverse monja y dedicar su vida al servicio del Señor.

Fue justo durante una de esas tardes, llegando de sus prácticas del coro, cuando Claudia se enteró de la noticia que devastaría su vida: su padre, el buen doctor, había abandonado a su mamá. Aparentemente se había enamorado de una paciente argentina, madre de unos gemelos. Y para colmo, su padre esperaba ya nueva familia con la otra mujer. El golpe para Claudia fue devastador. Toda su vida había vivido rodeada de sermones sobre el amor y sobre ayudar a los necesitados, y ahora su propio padre se largaba para darle amor a otra familia que no era la suya.

También para Alicia el golpe fue brutal. En todos sus años de matrimonio nunca se había preocupado por poner sus bienes a su nombre y ahora su marido le exigía de vuelta lo que él afirmaba que era suyo. Alicia se vio obligada a dejar su casa y conformarse con una paupérrima pensión fijada por un influyente abogado de la misma congregación de su marido.

La noche que Claudia terminó de empacar sus cosas de la que hasta ese día había sido su casa, fue el momento más terrible de su vida. Claudia lloró por horas tratando de convencer a su padre que no las dejara, jurando que sería mejor hija. Pero el doctor parecía víctima de un embrujo y, tras consolar a su hija con unas cuantas frases hechas, la hizo a un lado y cerró la puerta del camión de mudanzas que la alejaría de su vida para siempre.

Esa fue la primera vez que Claudia pensó seriamente en quitarse la vida.

     
Alicia pasó muchos meses peregrinando entre la casa de sus padres y la de su hermano, hasta que consiguió trabajo en una dependencia de gobierno y rentó un pequeño departamento. Claudia tuvo que cambiarse de escuela y nunca volvió a frecuentar a su grupo de amigas. Perdió el interés en la música y, sobre todo, en la religión. Claudia no entendía cómo un Dios al que ella estaba dispuesta a entregarle su vida, podía dejarla abandonada de tal manera.

Alicia, en cambio, buscó refugio en la iglesia. Sintiéndose traicionada, se volvió retraída y recelosa de los hombres. Para colmo, Claudia la culpaba por no haber luchado por conservar a su padre.

La relación entre Claudia y su madre se fue tornando fría y lejana. Claudia pasaba todo el día afuera con sus nuevas amigas de la secundaria y Alicia dividía su tiempo entre la oficina y su grupo de educación en la fe. Tan profunda se hizo la brecha entre ambas que Alicia nunca se dio cuenta que su hija llegaba en condiciones cada vez peores de las fiestas a las que comenzó a asistir regularmente.

En una actitud escapista y temeraria, Claudia comenzó a experimentar con todas las sensaciones posibles: tabaco y alcohol durante la secundaria, tachas y cocaína en la prepa. Cada vez era más notorio en Claudia un comportamiento contradictorio, casi bipolar: en compañía de sus amigos era alegre, ocurrente, osada; mientras que en su vida familiar era reservada, distante, melancólica.

Para colmo, Claudia acababa de cumplir dieciséis años y una revisión de rutina en la enfermería revelaría que posiblemente nunca podría tener hijos.

Deprimida, Claudia buscó ayuda con su padre, pero el doctor Villegas se desentendió del asunto. Después de colgar el teléfono, Claudia se sintió más sola y miserable que nunca. Esa misma noche, Claudia se encerró en su habitación, se puso su pijama y sus audífonos y se tomó un frasco de pastillas para dormir de su mamá junto con media botella de vodka.

Lo que salvó a Claudia de morir esa noche fue que, cuando cayó dormida, el cable de los audífonos se desconectó y la música empezó a escucharse por las bocinas. Alicia despertó y al no obtener respuesta de su hija, abrió la puerta y descubrió a Claudia tirada en el suelo, con terribles convulsiones.

Claudia pasó una semana en el hospital, recuperándose.

    
Alicia la acompañaba de día y de noche, mientras que su padre, preocupado y arrepentido por su falta de interés, la visitaba diariamente. Fue durante esos pocos días que Claudia sintió de nuevo que tenía una familia.

Por desgracia, tan pronto Claudia salió del hospital las cosas regresaron a ser cómo eran antes. El doctor volvió con su familia nueva y Alicia regresó a su iglesia y a sus ocupaciones. Así mismo, el lavado de estómago que le salvó la vida a Claudia, tuvo también un efecto inesperado: Claudia comenzó a tenerle asco a la comida, amén de que en su cabecita se hizo a la idea que entre menos comiera mejor se vería... como una modelo. Craso error.

Después del intento de suicidio de su hija, Alicia se volvió más severa con Claudia. Como le prohibía cerrar la puerta de su habitación, el único lugar de la casa donde Claudia tenía un poco de privacidad era el baño. Y cada noche, después de cenar, Claudia se encerraba en el baño y vomitaba todo lo que había comido sin que su madre se percatara.

Cuando las cosas parecían ir de nuevo a peor, Claudia conoció a un chico en un antro con el que de inmediato se identificó: Hugo. Hugo era un par de años mayor que Claudia y tenía un aire de melancólico misterio en la mirada. Claudia y Hugo se volvieron inseparables por un tiempo y las cosas parecían mejorar. Alicia no aceptaba del todo al nuevo novio de su hija, pero Hugo parecía querer a Claudia sinceramente, por lo que Alicia hizo a un lado sus prejuicios.

En efecto, Hugo quería a Claudia, pero no tenía ninguna intención de embarcarse en una relación demasiado seria. Rápidamente, Hugo dirigió su relación con Claudia hacia donde él deseaba. Mucho sexo y drogas fuertes se volvieron las bases de la relación. Una noche, Claudia estaba particularmente intensa y le propuso un pacto suicida a su novio: antes de que su amor cayera en la misma rutina de todas las demás parejas, Claudia prefería acabar con su vida y esperaba que Hugo hiciera lo mismo. Hugo se tomó a juego las palabras de Claudia pero accedió a hacer el pacto.

Días más tarde, Hugo llamó a Claudia para cancelar una cita. Esa noche, Claudia y su mamá discutieron por el tema de la comida y Claudia salió de su casa azotando la puerta. En la calle, Claudia se encontró con una amiga de la prepa que traía ganas de juerga. Eligieron el mismo antro donde Claudia había conocido a Hugo ya que el lugar le traía buenos recuerdos. Un par de vodka tonics más tarde, Claudia y su amiga entraron al baño para tomarse un par de tachas y ahí fue donde Claudia se topó con una escena familiar.

Recargado en el mismo rincón donde se conocieron, Claudia descubrió a Hugo besando apasionadamente a una chica. El cuerpo de Claudia se arqueó como si fuera a vomitar, pero como su estómago estaba vacío, no consiguió arrojar nada.

Ciega de ira, Claudia se acercó a Hugo y le dio una bofetada en el rostro. Al verse sorprendido, la primera reacción de Hugo fue reclamarle a Claudia que lo siguiera a todos lados, robándole el espacio que necesitaba para vivir. Con los ojos bañados en llanto, Claudia dio media vuelta, dejando atrás a Hugo y todos los buenos recuerdos que le causaba el lugar donde se habían conocido.

Esa noche, Claudia tomó el auto de su madre y condujo por horas sin rumbo fijo por toda la ciudad. Casi sin darse cuenta, terminó estacionándose en el segundo piso del periférico. Bajó del coche. Debajo de ella, un río de luces pasaba de un lado a otro a gran velocidad.

Entonces, con los movimientos de un autómata, Claudia brincó el barandal donde se iniciaba la vía a medio construir y, mirando al horizonte, quedó de pie en el lado externo del segundo piso, a pocos centímetros de una muerte segura.

    
Así, Claudia se quedó largo rato contemplando el vacío sin emoción alguna, pensando en lo que pasaría si ella no estuviera más en el mundo, mientras los primeros rayos de sol comenzaban a iluminar la ciudad…