...Pero el trabajo no para, especialmente cuando estamos a exactamente dos semanas de la gran avant-premiere de Hasta el viento tiene miedo, el próximo 12 de octubre a las 23:30 horas -la hora de las brujas- en el Cinépolis Centro de la bellísima ciudad de Morelia. Será un largo fin de semana ajustando detalles de la copia final de la película. Pero ustedes no tienen por qué sentir el estrés de la producción, así que aquí les dejamos un par de imágenes de nuestro sublime reparto...
Y claro, nuestro agradecimiento a Pietro Loprieno, periodista y cineasta italiano, colaborador tenaz de la revista Chilango, que en el número de octubre le otorga TRES ESTRELLOTAS a Hasta el viento tiene miedo. De verdad, muchas, pero muchas gracias.
Haz "click" en la imagen para leer la nota.
Y bueno, no podía faltar... Un abrazote a Paco Cuevas, ex-junketero internacional y hoy flamante editor en jefe de la revista Maxim, quien en su nuevo número le dedica un "perversón" estudio fotográfico a nuestra guapísima Magali Boysselle, amén de incluir una entrevista bastante curiosa a Gustavo Moheno. ¡Mil gracias, carnal!
Y de esto sólo una probadita, así que compren la revista... Nos vemos el lunes con, esperemos, más sorpresas...
viernes, 28 de septiembre de 2007
jueves, 27 de septiembre de 2007
JUGANDO AL """ACTORS STUDIO""" CON... ¡MAFER MALO!
Continúa el revelador "juego". Queda con ustedes la adorable, talentosa, pero sobre todo valiente Fuzz...
¿Cuál es tu palabra favorita?
Magia.
¿Qué palabra detestas?
Frustración.
¿Qué te excita creativa, espiritual o emocionalmente?
La música.
¿Qué te desanima?
La traición.
¿Cuál es tu grosería favorita?
¡Ja! Todas tienen su encanto dependiendo del momento... pero yo creo que me quedo con "chinga tu madre".
¿Qué sonido o ruido adoras?
El sonido de la lluvia cuando cae.
¿Qué sonido o ruido detestas?
El de los coches andando.
¿Qué otra profesión te hubiera gustado tener de no haber sido actriz?
Filósofa.
¿Qué profesión de plano no te hubiera gustado tener?
Cualquiera que tuviera que ver con números, escritorios y horarios fijos...
Si el paraíso existe, ¿qué te gustaría que te dijera Dios al llegar a las puertas celestiales?
¡Hey! ¡Bienvenida!... Te presento a tus compañeros para la eternidad... Jimi, Janis, John, Jim, Kurt, el profesor Tolkien... ¡ja, ja, ja, ja!
miércoles, 26 de septiembre de 2007
RELAX...
Pues sí, hay que relajarse; total, es mitad de semana. Proyectamos la película el 12 de octubre en Morelia, pero aún no acabamos la copia definitiva (¡!)... pero la acabaremos y estaremos ahí, que no les quepa la menor duda... Mientras tanto, van estas fotos que les debíamos a los chicos y chicas que ganaron la trivia del videoclip y nos acompañaron durante la realización del mismo en agosto pasado. Perdón por la tardanza (y ojo Colmillito, que saliste en la primer foto).
Y aquí otras fotos del que quizá sea uno de los mayores fans de la película: nuestro estimadérrimo Gabriel Elvira, hermano de nuestro productor -Gonzalo Elvira- y hombre fuerte de la producción durante el tremendo rodaje.
Y para terminar, una probadita de una serie de extraordinarias fotos captadas durante el videoclip que vamos a publicar muy pronto. Relax...
Y aquí otras fotos del que quizá sea uno de los mayores fans de la película: nuestro estimadérrimo Gabriel Elvira, hermano de nuestro productor -Gonzalo Elvira- y hombre fuerte de la producción durante el tremendo rodaje.
Y para terminar, una probadita de una serie de extraordinarias fotos captadas durante el videoclip que vamos a publicar muy pronto. Relax...
Etiquetas:
Belanova,
Danny Perea,
Elizabeth Valdez,
Mafer Malo,
Magali Boysselle,
Martha Higareda
martes, 25 de septiembre de 2007
CARLOS ENRIQUE TABODA: LOS ALTIBAJOS DEL MIEDO (SEGUNDA PARTE)
Por Iván Farías Carrillo
(Revista Cinefagia,Marzo 26, 2004)
(Segunda y última parte)
Además de lo extraño del título para ese entonces, Hasta el viento tiene miedo se revela como un trabajo maduro, sólo deficiente en algunas actuaciones y en la producción. Esta película toma el lugar cerrado de un internado para señoritas y desarrolla una intrigante y sólida historia de miedo. Debido a que la directora del internado atrapa a una estudiante asomándose a un campanario al cual está prohibido el acceso, la estudiante y sus amigas son castigadas con pasarse las vacaciones dentro del internado. Empero, poco a poco se darán cuenta que la directora y la escuela misma guardan un secreto macabro.
Taboada echa mano de la oscuridad, del sugerir sobre el mostrar para provocar sobresaltos. Demuestra una capacidad innata para contar historias de miedo con apenas unos cuantos recursos: un paneo en la oscuridad, el sonido del viento en los campos abiertos, las ventanas azotándose y la penumbra de la escuela.
La actuación de Marga López como la malvada Bernarda, la directora del colegio, hace un contraste perfecto con las frágiles alumnas. Taboada se las arregla para evitar los diálogos cargados y las referencias anticlericales, aunque de facto, la cinta es abiertamente atea. Curiosamente acepta la existencia de entidades paranormales, porque hay una posesión por parte de un espíritu y con esto acepta la vida más allá de la muerte.
Por momentos, la cinta parece convertirse en uno de esos trabajos donde al final se revela que no hay nada sobrenatural y que todos los acontecimientos son perfectamente explicables, pero no sucede así. Taboada decide arriesgarlo todo y, pensando bien cada escena, nos da una cátedra sobre el cine fantástico hecho en México.
Y es que, como afirma Emilio García Riera: “se apreció en su momento el intento en Taboada de crear una atmósfera ominosa sin el auxilio de la truculencia barata." Claro, todo esto en su monumental Historia Documental del Cine Mexicano.
Y es que en nuestro país el cine fantástico siempre ha sido denostado, con justa razón, porque hay contadas películas nacionales que se salvan de la quema. Son pocos, muy pocos los realizadores que en esta época en particular del cine nacional -los sesentas- entienden las posibilidades poéticas de los subgéneros, llámense terror, policíaco o ciencia ficción. Por lo regular este tipo de cine siempre es la mezcla de lucha libre con argumentos absurdos o surrealistas y un presupuesto paupérrimo. Nadie lo toma en serio y los cómicos hacen las delicias del gran público ridiculizando la fantasía.
Taboada se lo toma en serio y realiza esta cinta que logra poner un poco de empeño en el trabajo de otros realizadores. Ni Marga López creía en su momento en Hasta el Viento tiene Miedo: “Nunca creí que esta película fuera a tener éxito y sin embargo gustó mucho; todavía a mucha gente le sigue gustando, les sigue provocando miedo, les sigue asustando”, según una entrevista concedida a Eduardo De la Vega Alfaro.
En el año olímpico, 1968, Taboada logra dirigir otra cinta de miedo, dividida en segmentos: La trinchera. Unos revolucionarios se dedican a contarse historias mientras esperan en una trinchera la llegada de los refuerzos. La anécdota, al estilo El Decamerón, se adapta muy bien al descontrolado tiempo revolucionario. Taboada vuelve a mostrar que seguramente en su infancia oía cientos de historias y leyendas, de esas que cada vez circulan menos de boca en boca. Historias que se daban en los pueblos y que eran recordadas cuando se iba la luz o no había televisión para evitar hablar entre nosotros. La trinchera se revela como una buena película de terror.
Al siguiente año dirige la que para muchos es su mejor película, El Libro de Piedra (1969). Marga López vuelve a confiar en Taboada, al igual que Joaquín Cordero. El Libro... cuenta la historia de una extraña relación entre una niña y un niño fantasma que vive atrapado en una estatua de piedra. Taboada logra recrear esa atmósfera, al parecer inocua, pero que con el transcurrir de la historia y de los giros propios de la trama se vuelve insoportable por la tensión que va creando. Recurriendo expresamente a mitos que podríamos llamar mexicanos y modernos, nos cuenta algo que podríamos haber oído en alguna tranquila noche de terror, amén de que la vuelta de tuerca al final es memorable.
Y, es cierto, la cinta tiene una clara referencia a The Turn of the Screw, de Henry James, pero la historia es bien asimilada y sirve únicamente como influencia. Además, Marga López demuestra que puede tomar cualquier papel y darle nueva vida, no así el resto del reparto que va de lo bueno a lo aceptable. Así mismo, la producción demuestra su falta de presupuesto en algunos casos y de planeación en otros. Pero a la gente poco le importa eso, así que de inmediato se volvió una cinta de culto. Es un evento importante cada vez que la retransmiten en la TV, aunque no con la frecuencia que uno quisiera.
La crítica recibe bien El libro de piedra y hasta elogia una vez más la capacidad de Taboada de asustar con muy pocos elementos; la atmósfera que logra de incertidumbre y misterio la hacen una cinta universal.
Para ese momento, Taboada podría haberse visto librado del infracine, pero vuelve al destajo cinematográfico. Dirige algunas cintas más o menos buenas y escribe guiones pésimos para el Santo (Santo en Anónimo Mortal) y para Blue Demon (Blue Demon en la Mafia Amarilla). Es hasta 1975 que filmaría otra de sus cintas minimalista de miedo: Más Negro que la Noche.
Este filme retoma el aire claustrofóbico, las relaciones de amistad entre las mujeres y el recurso de sugerir en vez de mostrar de su pasada obra, Hasta el Viento Tiene Miedo. De nueva cuenta el mal proviene de algo cotidiano y por lo mismo cercano; en este caso un gato negro. Con guiños a cuentistas clásicos de terror (el más visible, Poe) y de nueva cuenta a las leyendas urbanas, conserva esa solidez de su anteriores trabajos.
Para ese momento, Taboada ya era un director de culto en Estados Unidos y Europa, por lo que tuvo corrida comercial en aquellos lugares. Blacker Than The Night, fue bien aceptada pero ni eso le valió para poder dedicarse expresamente a esta vertiente del terror. También podía ser que no quería. Los años posteriores escribe algunos guiones para seguir viviendo y después dirige La Guerra Santa (1977), una cinta bastante aceptable sobre la guerra cristera que se dio principalmente en el bajío mexicano.
Es hasta 1984 que dirige su última obra, que se ha convertido rápidamente en un hito subterráneo: Veneno para las Hadas (1984), llamada en Estados Unidos y el resto del mundo Poison For The Fairies. En esta cinta, Taboada ya es dueño de todos sus recursos y sabe qué resortes apretar para conseguir la tensión necesaria.
Taboada cuenta con mucha inteligencia la historia de una niña mala leche que está convencida de ser bruja y que por lo mismo desea acabar con su némesis natural, las hadas. La pequeña -en ese entonces- Ana Patricia Rojo, nos enamora con su inteligencia, con sus conjeturas, con su odio pensado y repensado contra las demás niñas bobas de su clase. Además, Taboada decide quitarse de tapujos y muestra una sensualidad siempre sugerida en sus otros trabajos, pero que en ésta, su última cinta, decide explotar al máximo. Y la Rojo se presta al juego, enseñando cándidamente parte de su blanca piel y su sonrisa coqueta.
En esta película, Taboada confirma sus obsesiones, su gusto por las leyendas, por las historias de aparecidos, por la crueldad que se esconde detrás de cada ser humano por muy cuerdo que se vea. Una vez más, los citadinos son enfrentados con el campo, con el ambiente rural y vuelven a salir muy mal parados. La provincia para Taboada es el lugar que no respeta leyes, más que las mágicas, porque lejos del asfalto, las limpias, los brujos y los espectros cobran una existencia muy real. El campo es el detonante para que la pequeña bruja decida eliminar con veneno y fuego a la aburrida hada de su amiga.
Veneno para las Hadas, al igual que sus otras cintas recibe muy mal distribución y es casi imposible verla en las televisoras. Sin embargo, ésta, su obra póstuma sería la que mejor conjugaría su estilo neogótico dicen unos, minimalista digo yo. Y si bien es cierto que Taboada intercambia los castillos por viejas casas coloniales y los fantasmas con cadenas por otros más modernos, no creo que haya sido esa su intención.
Es curioso, pero la obra de Hideo Nakata tiene paralelismos muy interesantes con la obra de Taboada. Es decir, Nakata también logra crear miedo sin la necesidad de sangre salpicando por todos lados. Además de que la presencia de los fantasmas es aceptada de una manera natural. Uno nunca duda de que eso pueda pasar. Pero las relaciones humanas son más importantes que los "sustos". La niña de El Libro de Piedra, Mariana, también tiene severos problemas de adaptación causados por la muerte de su madre, como los tiene Numiko, en Dark Water. Además, la relación entre los personajes principales en Ringu es tan extraña como la relación que tienen los padres de Fabiola en Veneno para las Hadas.
Taboada todavía escribiría algunas cintas más antes de morir del corazón. En televisión escribiría, dirigiría y produciría algunos capítulos de la serie de culto La Telaraña (1986-1988), que se transmitía en horario estelar por el canal de las estrellas. La Telaraña no era propiamente de terror, sino de melodramas perfectamente bien realizados que muchas veces rayaban en otros géneros, como el policíaco, el suspenso y hasta el miedo. La Telaraña marcó una buena época dentro de la televisión mexicana al lado de esa otra serie de culto: Hora Marcada.
Carlos Enrique Taboada falleció el 15 de abril de 1995. Tenía 65 años.
lunes, 24 de septiembre de 2007
CARLOS ENRIQUE TABOADA: LOS ALTIBAJOS DEL MIEDO (PRIMERA PARTE)
Todos los involucrados en esta película estamos aquí por él. Sin embargo, es muy poco lo que se conoce del maestro. El siguiente reportaje publicado originalmente en la revista electrónica Cinefagia, es, probablemente, uno de los retratos más completos que se hayan hecho sobre Carlos Enrique Taboada... que lo disfruten.
Carlos Enrique Taboada: Los altibajos del miedo (I de II partes)
Por Iván Farías Carrillo (Revista Cinefagia, Marzo 26, 2004)
Hablar de Carlos Enrique Taboada es hacer una verdadera labor de investigación para encontrarnos con que casi no hay nada sobre él. Sólo algunas referencias en la web de los fans de su tetralogía de horror -por llamarla de alguna forma-, las diatribas despiadadas de los críticos vernáculos, las alabanzas de los extranjeros y las biografías sintéticas en libros especializados. Pero con todo eso podemos hacer un mapa de quién era este extraño director, aunque debemos advertir que no será más que una somera aproximación.
De un lado tenemos al hombre de cine que desde niño pisa el plató y tiene para sí todo un mundo de fantasía. Nacido el 10 de julio de 1929, en la Ciudad de México, siendo hijo de actores (Julio Taboada y Aurora Walker, quienes nunca destacaron), se dedica desde un inicio a la escritura de guiones. En esto fue muy, pero muy prolífico. Comienza en la naciente televisión, realizando adaptaciones y guiones para todo tipo de programas. Se calcula que en 1965 había hecho más de un millar de obras para la pantalla chica, actividad que no dejaría de realizar hasta su muerte. Porque, extrañamente, vivía una relación de amor-odio con el cine. Relación que lo llevaría abandonar en varias ocasiones el oficio cinematográfico.
Su primer guión para la pantalla grande es Kid Tabaco (1954), una historia plagada de pretensiones sobre el medio boxístico, que le fue pedida ex profeso para el cine. Mientras Taboada hacía una historia con referencias "intelectualoides" a los mitos del pugilismo, entre ellos el Kid Azteca, el realizador asignado no lograba sacar ningún provecho de la historia. A varios años de distancia, podría parecer que el mayor error de esta cinta no fue el trabajo de Carlos Enrique, sino del realizador de maquila. Taboada se siente tan mal por esa película que abandona el cine por cinco años. Es tanto su coraje con el director que despotrica contra la cinta en alguna revista de moda: "Cambió los personajes, a los secundarios los hizo protagonistas… No fue capaz de entender la esencia de la historia."
Y es que por otro lado Taboada era un ser con pretensiones, con ínfulas de artista revolucionario y con una cultura amplia que le ayudaría en contadas ocasiones, como se verá en su posterior filmografía. Este mal empiezo lo perseguiría toda su vida porque sus argumentos siempre serían dirigidos por pésimos directores.
Hay que aclarar que en ese tiempo se vivía la caída estrepitosa del cine nacional debido, principalmente, a que nunca se consolidó una industria de calidad que pudiera hacer frente a la competencia que vendría inmediatamente después de la guerra. Así que acabando dicho conflicto internacional y regresando el poder del motor económico, las cinematografías norteamericanas y europeas volvieron por sus fueros. Taboada se encontró de improviso con cineastas que en realidad eran maquiladores. Casas productoras que no apostaban por la calidad, sino por hacer "productos vendibles", echando mano de los ganchos mercadológicos que fueran: co-producciones, importando cómicos, directores o actores, todo con argumentos pueriles que, supuestamente, iban a interesar al público. Taboada tiene que acoplarse a ese medio rápidamente por lo que decide trabajar en los seriales, tan de moda en ese entonces, retomados como una forma de volver a interesar a la audiencia.
Esto lo lleva a realizar una serie de cintas sobre un personaje mítico de nuestro país, Chucho El Roto (1959). En la primera entrega, Chucho El Roto es atrapado y va contando su azarosa vida, empezando por los hechos más recientes hasta llegar a sus orígenes . Desde esos primeros trabajos ya se veía que Taboada tenía una vena fantástica inacabable y un conocimiento de la mitología de nuestro país. A pesar de que eran sólo sus historias, la trama marcaba ya muy bien sus pasiones.
Debido al éxito de este serial le es ofrecido otro, ahora dedicado expresamente al terror (en este caso al humor involuntario con sus dosis vampíricas y seudogóticas). La Maldición de Nostradamus (1960-1962) es el serial más absurdo, naif y divertido que se ha dado en nuestro país. Con actores caídos en desgracia (por ejemplo, el por siempre encasillado Germán Robles, el perdedor perpetuo Julio Alemán y un anciano Domingo Soler), Taboada supo mezclar diferentes personajes clásicos con leyendas y mitos de nuestro país y del mundo, dándose rienda suelta para hacer y deshacer, logrando una divertida historia que raya en lo surreal.
Haciendo una mancuerna perfecta con su coguionista Alfredo Ruanova, la cinta narra la historia del hijo de Nostradamus (sic) que muy enojado va a reclamar a la Sociedad de Investigaciones Paranormales (sic) que reivindiquen el nombre de su padre. Como no le hacen caso, se convierte en un vampiro (caray, de verdad) y cobra venganza contra todos; inclusive contra Domingo Soler, quien interpreta a un tal Profesor Durán de franco humor involuntario.
De alguna manera, Taboada se entiende muy bien con Alfredo Ruanova y juntos hacen los guiones y adaptaciones de infinidad de cintas. Desde temas rancheros (Los Inocentes, con Julio Alemán, donde intentan darle un giro a este tema recurrente en el cine nacional) hasta los que siempre le llamaron más la atención, los de terror.
Junto con Ruanova escribe Orlak, el Infierno de Frankenstein (1960), verdadera obra de culto y donde vuelven a hacer su mezcla indigesta de literatura gótica, brujería, alta tecnología (por decirlo de algún modo) y ateísmo. Porque, entre otras cosas, Taboada era anticlerical y ateo. Un asesino llamado Jaime (Joaquín Cordero), se encuentra en la cárcel a principios del siglo XX con el mismísimo doctor Frankenstein: un Andrés Soler frío que sabía en lo que se metía.
Jaime escapa y ayudado por los consejos del doctor, hace un monstruo con armazón de metal y carne humana. La bestia recibe el nombre de Orlak, porque según los personajes "significa invencible para los dálmatas antiguos". La película deriva en una serie de asesinatos y persecuciones que plagian en mucho al Moderno Prometeo, de Shelley. Sin embargo, en la cinta, a pesar de sus desatinos, de las pésimas actuaciones y de los lugares comunes (el fuego fascina y mata a los monstruos cinematográficos) se percibe ese aire de cientificismo ateo que impregnó a los posteriores personajes de Taboada, además del juego de que la bestia tuviera el rostro de su creador.
Después, Ruanova y Taboada escribirían juntos El Espejo de la Bruja (1960), donde se plasmaría su gusto por el esoterismo y las historias truculentas ambientadas en el pasado. El inicio es de antología, pues con aguafuertes de Goya moviéndose de fondo se hace una breve introducción a la brujería.
Luego, Taboada concebiría otros seriales y adaptaciones, a veces haciendo equipo con la familia De Anda vía El Charro Negro en chafísimas aventuras, mismas que de vez en cuando retransmiten en las diferentes televisoras. Y también llevaría a la pantalla grande una historieta de dudosa calidad, Almagrande, con una canción horrible como tema principal.
Para ese momento, Taboada ya era un negro cinematográfico hecho y derecho, un argumentista seguro que vivía a destajo de su trabajo, además de ser una parte importante de los Estudios América, donde se desempeñaba como Jefe del Departamento Literario. Al mismo tiempo, acorde a su parte de “artista sensible”, dirige en 1964 una obra de teatro, Después de Nada, que pasa sin pena ni gloria. Porque Taboada, como dije anteriormente, nunca quitó el dedo del renglón de hacer obras “serias” e “intelectualizadas”.
Por eso, cuando llega el Primer Concurso de Cine Experimental decide entrar y probar suerte. En 1965 produce, escribe y dirige El Juicio de Arcadio, misma que podríamos considerar su primera película de autor. Es de todos conocido que este concurso tuvo en competencia a varios directores que a la postre serían piedra angular del cine de años posteriores.
Carlos Enrique Taboada acaba feliz con su película. Dice de ella en una entrevista para El Gallo Ilustrado del periódico El Día, que es la “película que quería hacer…” “…mi película es atea, sin concesiones, anticinematográfica, antipatriótica, antirreligiosa, antimilitarista, es discursiva y existencialista”.
Con todo, la crítica la trató con la punta del pie. El maestro Jorge Ayala Blanco, con su peculiar estilo, la vapuleó con singular alegría: “No se trata propiamente de un filme sino de una colección de discursos... Imposible tomar en serio tal acumulación de mala literatura simbólica y lugares comunes sobre el ateísmo, antintelectualismo, antimilitarismo y freudismo, producto de alguna superficial lectura de verdaderas obras literarias… y como es de suponerse, el director… ahogado por la demagogia imprecatoria de su summa de la sabiduría humanística, ha olvidado por completo los aspectos formales del filme. Tanto por la desorbitada expresión física de los ojos pelones y cuerpo abatido por la duda que exige a sus actores como por las torpezas de encuadre e iluminación efectista.” Y así por más párrafos. José de la Colina, más conciso, dijo entre otras cosas, que “la técnica de Taboada podría definirse como el daguerrotipo parlante.”
Pero Taboada, lejos de abandonar la dirección o el oficio cinematográfico por las terribles críticas, sigue escribiendo guiones, ya muy alejado del terror. De hecho, realiza el argumento de algunas comedias anodinas y pueriles que van a caer a directores de la misma calaña que las historias... Pero entonces sucede algo, con seguridad un golpe en la cabeza (trato de explicarme lo tremendo del cambio), que lo hace escribir y dirigir una excelente película en 1967 titulada: Hasta el Viento Tiene Miedo...
Continuará mañana...
Carlos Enrique Taboada: Los altibajos del miedo (I de II partes)
Por Iván Farías Carrillo (Revista Cinefagia, Marzo 26, 2004)
Hablar de Carlos Enrique Taboada es hacer una verdadera labor de investigación para encontrarnos con que casi no hay nada sobre él. Sólo algunas referencias en la web de los fans de su tetralogía de horror -por llamarla de alguna forma-, las diatribas despiadadas de los críticos vernáculos, las alabanzas de los extranjeros y las biografías sintéticas en libros especializados. Pero con todo eso podemos hacer un mapa de quién era este extraño director, aunque debemos advertir que no será más que una somera aproximación.
De un lado tenemos al hombre de cine que desde niño pisa el plató y tiene para sí todo un mundo de fantasía. Nacido el 10 de julio de 1929, en la Ciudad de México, siendo hijo de actores (Julio Taboada y Aurora Walker, quienes nunca destacaron), se dedica desde un inicio a la escritura de guiones. En esto fue muy, pero muy prolífico. Comienza en la naciente televisión, realizando adaptaciones y guiones para todo tipo de programas. Se calcula que en 1965 había hecho más de un millar de obras para la pantalla chica, actividad que no dejaría de realizar hasta su muerte. Porque, extrañamente, vivía una relación de amor-odio con el cine. Relación que lo llevaría abandonar en varias ocasiones el oficio cinematográfico.
Su primer guión para la pantalla grande es Kid Tabaco (1954), una historia plagada de pretensiones sobre el medio boxístico, que le fue pedida ex profeso para el cine. Mientras Taboada hacía una historia con referencias "intelectualoides" a los mitos del pugilismo, entre ellos el Kid Azteca, el realizador asignado no lograba sacar ningún provecho de la historia. A varios años de distancia, podría parecer que el mayor error de esta cinta no fue el trabajo de Carlos Enrique, sino del realizador de maquila. Taboada se siente tan mal por esa película que abandona el cine por cinco años. Es tanto su coraje con el director que despotrica contra la cinta en alguna revista de moda: "Cambió los personajes, a los secundarios los hizo protagonistas… No fue capaz de entender la esencia de la historia."
Y es que por otro lado Taboada era un ser con pretensiones, con ínfulas de artista revolucionario y con una cultura amplia que le ayudaría en contadas ocasiones, como se verá en su posterior filmografía. Este mal empiezo lo perseguiría toda su vida porque sus argumentos siempre serían dirigidos por pésimos directores.
Hay que aclarar que en ese tiempo se vivía la caída estrepitosa del cine nacional debido, principalmente, a que nunca se consolidó una industria de calidad que pudiera hacer frente a la competencia que vendría inmediatamente después de la guerra. Así que acabando dicho conflicto internacional y regresando el poder del motor económico, las cinematografías norteamericanas y europeas volvieron por sus fueros. Taboada se encontró de improviso con cineastas que en realidad eran maquiladores. Casas productoras que no apostaban por la calidad, sino por hacer "productos vendibles", echando mano de los ganchos mercadológicos que fueran: co-producciones, importando cómicos, directores o actores, todo con argumentos pueriles que, supuestamente, iban a interesar al público. Taboada tiene que acoplarse a ese medio rápidamente por lo que decide trabajar en los seriales, tan de moda en ese entonces, retomados como una forma de volver a interesar a la audiencia.
Esto lo lleva a realizar una serie de cintas sobre un personaje mítico de nuestro país, Chucho El Roto (1959). En la primera entrega, Chucho El Roto es atrapado y va contando su azarosa vida, empezando por los hechos más recientes hasta llegar a sus orígenes . Desde esos primeros trabajos ya se veía que Taboada tenía una vena fantástica inacabable y un conocimiento de la mitología de nuestro país. A pesar de que eran sólo sus historias, la trama marcaba ya muy bien sus pasiones.
Debido al éxito de este serial le es ofrecido otro, ahora dedicado expresamente al terror (en este caso al humor involuntario con sus dosis vampíricas y seudogóticas). La Maldición de Nostradamus (1960-1962) es el serial más absurdo, naif y divertido que se ha dado en nuestro país. Con actores caídos en desgracia (por ejemplo, el por siempre encasillado Germán Robles, el perdedor perpetuo Julio Alemán y un anciano Domingo Soler), Taboada supo mezclar diferentes personajes clásicos con leyendas y mitos de nuestro país y del mundo, dándose rienda suelta para hacer y deshacer, logrando una divertida historia que raya en lo surreal.
Haciendo una mancuerna perfecta con su coguionista Alfredo Ruanova, la cinta narra la historia del hijo de Nostradamus (sic) que muy enojado va a reclamar a la Sociedad de Investigaciones Paranormales (sic) que reivindiquen el nombre de su padre. Como no le hacen caso, se convierte en un vampiro (caray, de verdad) y cobra venganza contra todos; inclusive contra Domingo Soler, quien interpreta a un tal Profesor Durán de franco humor involuntario.
De alguna manera, Taboada se entiende muy bien con Alfredo Ruanova y juntos hacen los guiones y adaptaciones de infinidad de cintas. Desde temas rancheros (Los Inocentes, con Julio Alemán, donde intentan darle un giro a este tema recurrente en el cine nacional) hasta los que siempre le llamaron más la atención, los de terror.
Junto con Ruanova escribe Orlak, el Infierno de Frankenstein (1960), verdadera obra de culto y donde vuelven a hacer su mezcla indigesta de literatura gótica, brujería, alta tecnología (por decirlo de algún modo) y ateísmo. Porque, entre otras cosas, Taboada era anticlerical y ateo. Un asesino llamado Jaime (Joaquín Cordero), se encuentra en la cárcel a principios del siglo XX con el mismísimo doctor Frankenstein: un Andrés Soler frío que sabía en lo que se metía.
Jaime escapa y ayudado por los consejos del doctor, hace un monstruo con armazón de metal y carne humana. La bestia recibe el nombre de Orlak, porque según los personajes "significa invencible para los dálmatas antiguos". La película deriva en una serie de asesinatos y persecuciones que plagian en mucho al Moderno Prometeo, de Shelley. Sin embargo, en la cinta, a pesar de sus desatinos, de las pésimas actuaciones y de los lugares comunes (el fuego fascina y mata a los monstruos cinematográficos) se percibe ese aire de cientificismo ateo que impregnó a los posteriores personajes de Taboada, además del juego de que la bestia tuviera el rostro de su creador.
Después, Ruanova y Taboada escribirían juntos El Espejo de la Bruja (1960), donde se plasmaría su gusto por el esoterismo y las historias truculentas ambientadas en el pasado. El inicio es de antología, pues con aguafuertes de Goya moviéndose de fondo se hace una breve introducción a la brujería.
Luego, Taboada concebiría otros seriales y adaptaciones, a veces haciendo equipo con la familia De Anda vía El Charro Negro en chafísimas aventuras, mismas que de vez en cuando retransmiten en las diferentes televisoras. Y también llevaría a la pantalla grande una historieta de dudosa calidad, Almagrande, con una canción horrible como tema principal.
Para ese momento, Taboada ya era un negro cinematográfico hecho y derecho, un argumentista seguro que vivía a destajo de su trabajo, además de ser una parte importante de los Estudios América, donde se desempeñaba como Jefe del Departamento Literario. Al mismo tiempo, acorde a su parte de “artista sensible”, dirige en 1964 una obra de teatro, Después de Nada, que pasa sin pena ni gloria. Porque Taboada, como dije anteriormente, nunca quitó el dedo del renglón de hacer obras “serias” e “intelectualizadas”.
Por eso, cuando llega el Primer Concurso de Cine Experimental decide entrar y probar suerte. En 1965 produce, escribe y dirige El Juicio de Arcadio, misma que podríamos considerar su primera película de autor. Es de todos conocido que este concurso tuvo en competencia a varios directores que a la postre serían piedra angular del cine de años posteriores.
Carlos Enrique Taboada acaba feliz con su película. Dice de ella en una entrevista para El Gallo Ilustrado del periódico El Día, que es la “película que quería hacer…” “…mi película es atea, sin concesiones, anticinematográfica, antipatriótica, antirreligiosa, antimilitarista, es discursiva y existencialista”.
Con todo, la crítica la trató con la punta del pie. El maestro Jorge Ayala Blanco, con su peculiar estilo, la vapuleó con singular alegría: “No se trata propiamente de un filme sino de una colección de discursos... Imposible tomar en serio tal acumulación de mala literatura simbólica y lugares comunes sobre el ateísmo, antintelectualismo, antimilitarismo y freudismo, producto de alguna superficial lectura de verdaderas obras literarias… y como es de suponerse, el director… ahogado por la demagogia imprecatoria de su summa de la sabiduría humanística, ha olvidado por completo los aspectos formales del filme. Tanto por la desorbitada expresión física de los ojos pelones y cuerpo abatido por la duda que exige a sus actores como por las torpezas de encuadre e iluminación efectista.” Y así por más párrafos. José de la Colina, más conciso, dijo entre otras cosas, que “la técnica de Taboada podría definirse como el daguerrotipo parlante.”
Pero Taboada, lejos de abandonar la dirección o el oficio cinematográfico por las terribles críticas, sigue escribiendo guiones, ya muy alejado del terror. De hecho, realiza el argumento de algunas comedias anodinas y pueriles que van a caer a directores de la misma calaña que las historias... Pero entonces sucede algo, con seguridad un golpe en la cabeza (trato de explicarme lo tremendo del cambio), que lo hace escribir y dirigir una excelente película en 1967 titulada: Hasta el Viento Tiene Miedo...
Continuará mañana...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)