Todos los involucrados en esta película estamos aquí por él. Sin embargo, es muy poco lo que se conoce del maestro. El siguiente reportaje publicado originalmente en la revista electrónica Cinefagia, es, probablemente, uno de los retratos más completos que se hayan hecho sobre Carlos Enrique Taboada... que lo disfruten.
Carlos Enrique Taboada: Los altibajos del miedo (I de II partes)
Por Iván Farías Carrillo (Revista Cinefagia, Marzo 26, 2004)
Hablar de Carlos Enrique Taboada es hacer una verdadera labor de investigación para encontrarnos con que casi no hay nada sobre él. Sólo algunas referencias en la web de los fans de su tetralogía de horror -por llamarla de alguna forma-, las diatribas despiadadas de los críticos vernáculos, las alabanzas de los extranjeros y las biografías sintéticas en libros especializados. Pero con todo eso podemos hacer un mapa de quién era este extraño director, aunque debemos advertir que no será más que una somera aproximación.
De un lado tenemos al hombre de cine que desde niño pisa el plató y tiene para sí todo un mundo de fantasía. Nacido el 10 de julio de 1929, en la Ciudad de México, siendo hijo de actores (Julio Taboada y Aurora Walker, quienes nunca destacaron), se dedica desde un inicio a la escritura de guiones. En esto fue muy, pero muy prolífico. Comienza en la naciente televisión, realizando adaptaciones y guiones para todo tipo de programas. Se calcula que en 1965 había hecho más de un millar de obras para la pantalla chica, actividad que no dejaría de realizar hasta su muerte. Porque, extrañamente, vivía una relación de amor-odio con el cine. Relación que lo llevaría abandonar en varias ocasiones el oficio cinematográfico.
Su primer guión para la pantalla grande es Kid Tabaco (1954), una historia plagada de pretensiones sobre el medio boxístico, que le fue pedida ex profeso para el cine. Mientras Taboada hacía una historia con referencias "intelectualoides" a los mitos del pugilismo, entre ellos el Kid Azteca, el realizador asignado no lograba sacar ningún provecho de la historia. A varios años de distancia, podría parecer que el mayor error de esta cinta no fue el trabajo de Carlos Enrique, sino del realizador de maquila. Taboada se siente tan mal por esa película que abandona el cine por cinco años. Es tanto su coraje con el director que despotrica contra la cinta en alguna revista de moda: "Cambió los personajes, a los secundarios los hizo protagonistas… No fue capaz de entender la esencia de la historia."
Y es que por otro lado Taboada era un ser con pretensiones, con ínfulas de artista revolucionario y con una cultura amplia que le ayudaría en contadas ocasiones, como se verá en su posterior filmografía. Este mal empiezo lo perseguiría toda su vida porque sus argumentos siempre serían dirigidos por pésimos directores.
Hay que aclarar que en ese tiempo se vivía la caída estrepitosa del cine nacional debido, principalmente, a que nunca se consolidó una industria de calidad que pudiera hacer frente a la competencia que vendría inmediatamente después de la guerra. Así que acabando dicho conflicto internacional y regresando el poder del motor económico, las cinematografías norteamericanas y europeas volvieron por sus fueros. Taboada se encontró de improviso con cineastas que en realidad eran maquiladores. Casas productoras que no apostaban por la calidad, sino por hacer "productos vendibles", echando mano de los ganchos mercadológicos que fueran: co-producciones, importando cómicos, directores o actores, todo con argumentos pueriles que, supuestamente, iban a interesar al público. Taboada tiene que acoplarse a ese medio rápidamente por lo que decide trabajar en los seriales, tan de moda en ese entonces, retomados como una forma de volver a interesar a la audiencia.
Esto lo lleva a realizar una serie de cintas sobre un personaje mítico de nuestro país, Chucho El Roto (1959). En la primera entrega, Chucho El Roto es atrapado y va contando su azarosa vida, empezando por los hechos más recientes hasta llegar a sus orígenes . Desde esos primeros trabajos ya se veía que Taboada tenía una vena fantástica inacabable y un conocimiento de la mitología de nuestro país. A pesar de que eran sólo sus historias, la trama marcaba ya muy bien sus pasiones.
Debido al éxito de este serial le es ofrecido otro, ahora dedicado expresamente al terror (en este caso al humor involuntario con sus dosis vampíricas y seudogóticas). La Maldición de Nostradamus (1960-1962) es el serial más absurdo, naif y divertido que se ha dado en nuestro país. Con actores caídos en desgracia (por ejemplo, el por siempre encasillado Germán Robles, el perdedor perpetuo Julio Alemán y un anciano Domingo Soler), Taboada supo mezclar diferentes personajes clásicos con leyendas y mitos de nuestro país y del mundo, dándose rienda suelta para hacer y deshacer, logrando una divertida historia que raya en lo surreal.
Haciendo una mancuerna perfecta con su coguionista Alfredo Ruanova, la cinta narra la historia del hijo de Nostradamus (sic) que muy enojado va a reclamar a la Sociedad de Investigaciones Paranormales (sic) que reivindiquen el nombre de su padre. Como no le hacen caso, se convierte en un vampiro (caray, de verdad) y cobra venganza contra todos; inclusive contra Domingo Soler, quien interpreta a un tal Profesor Durán de franco humor involuntario.
De alguna manera, Taboada se entiende muy bien con Alfredo Ruanova y juntos hacen los guiones y adaptaciones de infinidad de cintas. Desde temas rancheros (Los Inocentes, con Julio Alemán, donde intentan darle un giro a este tema recurrente en el cine nacional) hasta los que siempre le llamaron más la atención, los de terror.
Junto con Ruanova escribe Orlak, el Infierno de Frankenstein (1960), verdadera obra de culto y donde vuelven a hacer su mezcla indigesta de literatura gótica, brujería, alta tecnología (por decirlo de algún modo) y ateísmo. Porque, entre otras cosas, Taboada era anticlerical y ateo. Un asesino llamado Jaime (Joaquín Cordero), se encuentra en la cárcel a principios del siglo XX con el mismísimo doctor Frankenstein: un Andrés Soler frío que sabía en lo que se metía.
Jaime escapa y ayudado por los consejos del doctor, hace un monstruo con armazón de metal y carne humana. La bestia recibe el nombre de Orlak, porque según los personajes "significa invencible para los dálmatas antiguos". La película deriva en una serie de asesinatos y persecuciones que plagian en mucho al Moderno Prometeo, de Shelley. Sin embargo, en la cinta, a pesar de sus desatinos, de las pésimas actuaciones y de los lugares comunes (el fuego fascina y mata a los monstruos cinematográficos) se percibe ese aire de cientificismo ateo que impregnó a los posteriores personajes de Taboada, además del juego de que la bestia tuviera el rostro de su creador.
Después, Ruanova y Taboada escribirían juntos El Espejo de la Bruja (1960), donde se plasmaría su gusto por el esoterismo y las historias truculentas ambientadas en el pasado. El inicio es de antología, pues con aguafuertes de Goya moviéndose de fondo se hace una breve introducción a la brujería.
Luego, Taboada concebiría otros seriales y adaptaciones, a veces haciendo equipo con la familia De Anda vía El Charro Negro en chafísimas aventuras, mismas que de vez en cuando retransmiten en las diferentes televisoras. Y también llevaría a la pantalla grande una historieta de dudosa calidad, Almagrande, con una canción horrible como tema principal.
Para ese momento, Taboada ya era un negro cinematográfico hecho y derecho, un argumentista seguro que vivía a destajo de su trabajo, además de ser una parte importante de los Estudios América, donde se desempeñaba como Jefe del Departamento Literario. Al mismo tiempo, acorde a su parte de “artista sensible”, dirige en 1964 una obra de teatro, Después de Nada, que pasa sin pena ni gloria. Porque Taboada, como dije anteriormente, nunca quitó el dedo del renglón de hacer obras “serias” e “intelectualizadas”.
Por eso, cuando llega el Primer Concurso de Cine Experimental decide entrar y probar suerte. En 1965 produce, escribe y dirige El Juicio de Arcadio, misma que podríamos considerar su primera película de autor. Es de todos conocido que este concurso tuvo en competencia a varios directores que a la postre serían piedra angular del cine de años posteriores.
Carlos Enrique Taboada acaba feliz con su película. Dice de ella en una entrevista para El Gallo Ilustrado del periódico El Día, que es la “película que quería hacer…” “…mi película es atea, sin concesiones, anticinematográfica, antipatriótica, antirreligiosa, antimilitarista, es discursiva y existencialista”.
Con todo, la crítica la trató con la punta del pie. El maestro Jorge Ayala Blanco, con su peculiar estilo, la vapuleó con singular alegría: “No se trata propiamente de un filme sino de una colección de discursos... Imposible tomar en serio tal acumulación de mala literatura simbólica y lugares comunes sobre el ateísmo, antintelectualismo, antimilitarismo y freudismo, producto de alguna superficial lectura de verdaderas obras literarias… y como es de suponerse, el director… ahogado por la demagogia imprecatoria de su summa de la sabiduría humanística, ha olvidado por completo los aspectos formales del filme. Tanto por la desorbitada expresión física de los ojos pelones y cuerpo abatido por la duda que exige a sus actores como por las torpezas de encuadre e iluminación efectista.” Y así por más párrafos. José de la Colina, más conciso, dijo entre otras cosas, que “la técnica de Taboada podría definirse como el daguerrotipo parlante.”
Pero Taboada, lejos de abandonar la dirección o el oficio cinematográfico por las terribles críticas, sigue escribiendo guiones, ya muy alejado del terror. De hecho, realiza el argumento de algunas comedias anodinas y pueriles que van a caer a directores de la misma calaña que las historias... Pero entonces sucede algo, con seguridad un golpe en la cabeza (trato de explicarme lo tremendo del cambio), que lo hace escribir y dirigir una excelente película en 1967 titulada: Hasta el Viento Tiene Miedo...
Continuará mañana...
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4 comentarios:
Están cerrando con broche de oro!!!! Magnífico reportaje, para todo un maestro del terror mexicano. Bonita semana para todos
Como siempre, mantienen el suspenso. Esperaré paciente la segunda parte de tan buen reportaje sobre Taboada. Éxito!
Muy interesante el artículo sobre el maestro Taboada. Yo no sabía que había pasado, como tantos otros cineastas nacionales, por una etapa 'pretenciosa' antes de abrazar el género del horror, donde haría sus películas más memorables.
Esperamos con ansia la segunda parte del artículo!
Híjole, casi me hacen llorar de la nostalgia por el cine de aquellos años. Era malón, pero tenía su encanto. Ese mundo al que perteneció el maestro Taboada no existe más. No me importa si esta nueva versión de Hasta el viento tiene miedo es buena o mala. Para mí ya tiene un valor tan sólo por recuperar para las nuevas generaciones el nombre de este cineasta. Ojalá que esta nueva película provoque que más gente conozca las películas tan chingonas de este realizador. Discrepo con todos los que puedan estar en contra de esta nueva versión. Se nota que respetan al maestro y que le han hecho un gran homenaje. ¡Gracias!
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