Nuestro amigo Andrés Tapia, editor de la revista GQ, cuentista premiado, guionista en ciernes y próximo autor de una notable novela ubicada durante la Segunda Guerra Mundial (su verdadera pasión), escribió el pasado mes de abril uno de los mejores reportajes que se la han hecho a Martha Higareda en este país. Júzguenlo ustedes rindiéndose ante la calidad del siguiente texto.
Deconstruyendo a Martha Higareda
Por Andrés Tapia (I de II partes)
El reloj marcaba unos minutos después de las 9:00 horas. Era la mañana del 23 de diciembre de 2006 y la mayoría de los miembros del staff de la película Hasta el viento tiene miedo lucía ojeroso y fatigado. No era para menos. Luego de cinco semanas de rodaje intenso habían recibido el último llamado –un llamado de 24 horas– y en ese momento se cumplían 23. Faltaban dos tomas, las finales, que requerían sólo de la presencia de Martha Higareda, la protagonista principal.
Para ese entonces, las demás actrices (Danny Perea, Mónica Dionne, Mafer Malo, Elizabeth Valdez, Magali Boysselle, Cecilia Constantino, Valeria Ciangherotti, Cassandra Ciangherotti y Verónica Lánger) ya se habían marchado. Sin embargo, Martha no aparecía. El segundo asistente de dirección se acercó a Gustavo Moheno, director de la cinta, y llanamente le dijo: “Tienes que ir por Martha al trailer y traerla”.
Moheno se sorprendió. Durante toda la filmación no había tenido un solo problema con ninguna de las actrices. “Y con quien menos hubiera esperado tener un problema era con ella”, cuenta el cineasta. Lo que parecía un capricho estaba sustentado. La noche anterior Martha y las demás actrices habían filmado una serie de secuencias en las que corrían empapadas por el Bosque de Tlalpan, sin contar que lo habían hecho a una temperatura apenas superior a los cinco grados centígrados.
Además del escenario natural, en un claro del bosque se construyó una torre en la que tendría lugar la escena final de la película. Apesadumbrado, Moheno recorrió los aproximadamente 500 metros que mediaban entre ese sitio y el trailer-camerino donde se hallaba Higareda. Mientras lo hacía, recordó una anécdota ocurrida a Paul Schrader, el guionista de Taxi Driver, cuando en ocasión de la accidentada filmación de Hardcore, dirigió a George C. Scott. Al igual que a Moheno, a Schrader también se le había presentado el asistente de dirección para comunicarle que Scott no quería presentarse en el set de filmación y que solamente hablaría con él. Cuando se apersonó delante de Scott, éste le dijo que la película era una mierda y que no filmaría más. Schrader concedió que la película era mala, si bien le pidió que le ayudase a terminarla. “Con una condición”, respondió el actor, “que me prometas que nunca más vas a volver a filmar una película”. Schrader así lo hizo (aunque, claro, tiempo después faltaría a su promesa) y Scott accedió a continuar en el rodaje.
“Yo me esperaba un momento así”, cuenta Moheno. “Cuando llegué al trailer la encontré con la maquillista y la miré a través del espejo del camerino; lucía un poco extraña. Sintiéndome miserable, le dije: ‘Sólo son dos tomas y con esto terminamos’. Ella se puso en pie y, mientras yo esperaba la perorata, me dio un abrazo increíble. Me dijo: ‘Sí, sí, vamos ya, es sólo que estoy muy cansada’. En ese momento me di cuenta que ella era la única actriz que llevaba 24 horas en el set.”
* * *
Martha también me abraza. Y lo hace a pesar de que la hice esperar media hora en una cafetería de la Colonia Condesa. Tiene frente a sí una ensalada César e interrumpe la llamada que en esos momentos realiza para ponerse de pie, saludarme y pedirme que la espere un minuto. Tarda menos que eso y en sonreír mucho menos.
Luce delgada, demasiado, sus otrora 50 kilos disminuyeron a casi 40 para personificar a Claudia, el personaje principal del remake que de la cinta de Carlos Enrique Taboada filmó Moheno recientemente. Tan orgullosa estaba de haber reducido su peso, que durante los días de filmación solía pavonearse de ello mostrando el marcado de su columna vertebral a sus amigos: sin exagerar, la piel que cubría sus huesos parecía papel celofán.
“Yo soy muy de las entrañas”, me dice poco antes de que una mujer que vende collares y pulseras de cuentas nos interrumpa. Ofrece su mercancía y parece no dar acuse de recibo a nuestras negativas: sin duda, su necesidad es mucho más importante que fragmentar una entrevista, pero incluso para ganarse el pan hay que practicar la prudencia. Martha la rechaza con elegancia sutil y la mujer, al fin, se marcha. “Mientras estoy actuando lo tengo que percibir verdaderamente en el estómago para sentirme satisfecha de que estoy haciéndolo bien. Y si por algún motivo me doy cuenta que estoy pensando antes de actuar, entonces debo detenerme y volver a empezar”.
Entrañas. De eso hay mucho en Niñas mal, la película de Fernando Sariñana que se exhibe estos días y en los que Martha es Adela, una chica a la que la palabra rebelde le queda corta, colecciona tatuajes, le van los body-piercings y exhibe un comportamiento que raya en lo profano y que bien puede comprometer la carrera política de su padre (Rafael Sánchez Navarro). Aun cuando discurre en tono de comedia, la cinta muestra a una Martha despojada de todo el candor que irradia en la cotidianidad y liderando una suerte de neo-revolución femenina en la que la consigna parece ser: “No lo aceptaremos… y hagan como quieran”.
Se diría que es camaleónica. Y a ella le gusta la palabra. Dice admirar eso en Judy Dench y Cate Blanchett: la capacidad de confundirse con el entorno que las rodea. Es sólo que en ocasiones ella suele hacerlo con tal fervor que se olvida de sí misma. “Sí, me llevo el personaje a casa. Cuando estaba filmando Niñas mal mis amigos me decían: ‘Oye, es que hablas diferente’. Y sí, caminaba diferente, hablaba distinto…”
Tal metamorfosis también tuvo lugar en Hasta el viento tiene miedo. Cuando Martha esperaba su llamado a escena –vestida con uniforme escolar compuesto por suéter negro, falda verde y calcetas blancas, lánguida al extremo de un cadáver y absorta en quién-sabe-qué cavilaciones–, en realidad parecía una adolescente de secundaria recién abandonada por su novio. Alguien tan frágil que incluso podría tentar a un fantasma para poseerla.
“Siempre está metida en su trabajo de actriz, es como si siempre tuviera un paraguas consigo”, dice Mario P. Székely, uno de los guionistas de la película. “Y sí, hay momentos en que puede parecer ingenua, pero la realidad es que se concentra demasiado en su trabajo”.
Martha se define como una persona cuidadosa, pero le gusta tomar riesgos. “Hice Niñas mal y es una película muy comercial, okey. Si vas a hacer cine comercial, hazlo bien. Y si lo vas a hacer bien, venga, ¿con quién lo vas a hacer? Con Columbia, con Sariñana… órale. Hice una película de miedo, ¿con quién? Gustavo Moheno. Es su primer largometraje, sí, pero es un chavo bien talentoso que tenía toda la película en la cabeza… tú no sabes de dónde salió Guillermo del Toro… Entonces se trata mucho de tu instinto y de creer que estás marcando una diferencia.”
Un chico que ha estado observando en una mesa contigua se pone de pie y pregunta a Martha si puede tomarse una foto con ella. Sin evidenciar molestia alguna, asiente. Él la abraza, Martha hace lo mismo y un celular Nokia registra una imagen que ese chico seguro mostrará un millón de veces.
“¿Te ocurre muy seguido esto?”
“Sí, a veces”, responde divertida mientras nuestro mesero se apersona y pregunta si todo va bien.
“Pero te molestará un poco… ¿o no?
“No en realidad. Aquí, en la Condesa, te encuentras de todo. Uno que es escritor otro pintor y así, no pasa nada. Pero hay ocasiones en que, en otros sitios, la gente me reconoce, se amontona y mis amigos o la gente que me acompaña me tienen que sacar de ahí. En esos momentos, no lo niego, sí me da un poco de miedo.”
Danaé Vázquez, su publicista y amiga desde hace algún tiempo, lo tiene muy claro. “No importa la hora o el día, Martha siempre tiene un buen trato con cualquier persona. La he visto sin dormir, la he visto cansada, pero nunca la he visto de mal humor. Ella tiene esa capacidad de saber tratar a la gente.”
La vendedora de collares y pulseras regresa y vuelve a ofrecernos su mercancía. Martha le explica que somos las mismas personas de hace un rato, que no nos hemos movido. La mujer parece no darse cuenta de ello.
“Es que yo no uso esas cosas, ¿sabe?”, argumenta Martha exhibiendo sus brazos desnudos y su garganta vacía. La vendedora insiste.
“Está bien, deme éste”.
Martha saca un billete de 100 pesos, coge la pieza y dice gracias.
“Aguarde”, replica la vendedora, “déjeme darle su cambio”.
La mujer le devuelve 30 pesos y, antes de marcharse sonriendo, augura: “Que Dios los bendiga”.
Sin evidenciar fastidio, Martha vuelve a su ensalada y a la entrevista. Le digo que parece tener los pies bien sujetos a la Tierra. “En este negocio no eres Dios, simplemente haces un trabajo que te gusta. Y si lo haces muy bien, qué padre, la cosa es que aquí estás expuesta y te ponen en un panorámico gigante. Pero a final de cuentas todos nos vamos a dormir a la cama en pijama.”
Todos. Incluso la vendedora de bisutería que la noche de ese día, acaso en medio de una merienda compuesta por café y bizcochos, contó a su familia o a sus gatos el haber vendido una pulsera de cuentas a Martha Higareda.
(CONTINUARÁ MAÑANA)
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7 comentarios:
Muy buena la entrevista, muy anecdótica y reveladora. Esperamos la continuación mañana. Saludos.
Ja, ja, la anécdota de Hardcore es buenísima. En español a esa película le pusieron ¿Dónde está mi hija? Y sin importar lo que pensara el gran George C. Scott, es muy buena.
Efectivamente, es una buena entrevista. Pero, en serio continúa mañana? porque nos debes otra.... Ya vi que ya pusiste la fecha del estreno, wuay... se acerca el Día D!!!! Un abrazo
muy buena entrevista,espero la continuacion
me encanta martha..es una gran actríz y tambien gran persona..
soy de chile.. :) y apoyo mucho este pelicula..estan de mis actrices preferidas
marifer y martha
espero que si salga en chile
al igual que niñas mal ya salio
y excelente el trabajo de martha
se ve que le pone mucho empeño a lo que hace.
besos
Esa anécdota de George C. Scott, me recuerda tanto aquella otra de "Las películas hechas con corazón", tenía que haber sido pensada por Moheno, es característico de su ágil mente de cineasta.
Mauricio: Gracias por tu comentario.
Jonathan: En efecto, así le pusieron a "Hardcore" en México y también creo que es una buena peli.
Paduchina: Claro que continúa mañana. Sé que debo la continuación del Oso, pero, ¿qué quieres? El hombre anda desaparecido. A lo mejor se lo llevó Andrea. Ja, ja, ja... (y estas risas debes leerlas en plan macabro).
Abiiita: si Niñas mal llegó a Chile, no dudes que llegará "Hasta el viento". Por cierto, Martha rodó recién una película chilena: "All inclusive".
Ayesha: Tendrás que contarnos algún día esa anécdota de "las películas hechas con corazón", porque se me hace que es un chiste privado entre tú y Moheno que tanto te quiere.
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