La promoción de
Hasta el viento tiene miedo incluye la elaboración de un grueso
Pressbook o
Dossier de Prensa que incluye muchos de los materiales que hemos publicado en este blog. A continuación les presentamos la introducción de este "cuadernillo".
UN CLÁSICO LLAMADO HASTA EL VIENTO TIENE MIEDODesde su estreno en 1968,
Hasta el viento tiene miedo, de Carlos Enrique Taboada, se volvió un clásico inmediato del cine de horror nacional.
La producción, filmada en Coyoacán con un argumento del propio Taboada (E
l libro de piedra, Más negro que la noche), cuenta la historia de
Claudia (Alicia Bonet), alumna de un internado para señoritas regido por la estricta, malencarada e intransigente directora
Bernarda (Marga López).

La historia, plasmada con toques de cine gótico, detona cuando
Claudia y sus compañeras -
Kitty (Norma Lazareno),
Ivette (Renata Seydel),
Verónica (Lourdes Baledón) y
Josefina (Elizabeth Dupeyrón)-, fisgonean en una torre prohibida erigida en el jardín, la cual encierra la trágica historia de
Andrea (Pamela Susan Hall), una interna que se suicidó colgándose de una viga tras la negativa de
Bernarda de poder abandonar la escuela cuando quería ver a su madre enferma.

La única aliada que las internas poseen es la maestra
Lucía (Maricruz Olivier), quien trata de suavizarles el castigo impuesto por
Bernarda de no salir en vacaciones y quedarse encerradas a tomar clases extra. Pronto, el miedo abraza las aulas y dormitorios, pues el fantasma de
Andrea comienza a manifestarse reclamando su venganza contra
Bernarda.
El desenlace se da en la mejor tradición de los cuentos de horror clásicos.
TRADICIÓN DEL DÍA DE MUERTOSEscasos son los filmes gestados fuera de la
Época de Oro del Cine Mexicano que alcanzan el estatus de culto como
Hasta el viento tiene miedo (1968), de Carlos Enrique Taboada. Gracias a la televisión y sus repeticiones constantes cada día de muertos desde mediados de la década de los 70, esta cinta de horror se ha vuelto obligatoria en los días de
Halloween, amén de ser referencia para toda una generación que recuerda más de una de sus emblemáticas escenas.
Pocos han olvidado la voz del fantasma de
Andrea llamando a la protagonista de la cinta: "
¡Claaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaudia!"; o a Alicia Bonet gritando desde su cama mientras sueña con la rubia espectro colgada de una viga.
Igualmente, nadie olvida la sensual escena de Norma Lazareno haciendo un
streap-tease frente a sus amigas, mientras una de ellas toca el piano. Cuando llega el momento de desprenderse del
baby doll, la silueta del fantasma de
Andrea aparece detrás de un vidrio cubierto por la lluvia, ocasionando el grito de horror y el desvanecimiento de la guapa joven.

También ocupa ya un lugar dentro de las imágenes icónicas del cine mexicano, cuando en pleno clímax de la cinta,
Andrea se acerca con la soga en sus manos, ofreciéndosela a
Bernarda para que se suicide.
Todas estas escenas son transportadas a la nueva versión de
Hasta el viento tiene miedo (2007), de Gustavo Moheno, sumándose, además, una nueva colección de momentos de suspenso que llevarán al espectador moderno a revivir o experimentar por primera vez esta historia clásica de fantasmas con algunos giros inesperados.
HASTA EL VIENTO TIENE MIEDO (2007). ¿POR QUÉ UN REMAKE?David Lynch dice que la originalidad del cine radica en "s
u enorme capacidad para manejar abstracciones". Las películas de horror son -¿quién lo duda?- las máximas abstracciones: lienzos perfectos para experimentar con el lenguaje fílmico y jugar con la suspensión de la credulidad del espectador. En el horror todo se puede, todo se vale; tan anárquica peculiaridad es la que ha fascinado a audiencias de todas las eras. Que se diga que es un género menor resulta absurdo: desde los inicios mismos del cine, el horror ha sido fuente inagotable de escape y alegorías sobre temas que los filmes supuestamente "serios" rara vez tocan.
Hasta el viento tiene miedo desarrolla una trama clásica de horror, identificada con temas específicos de este género como lo son los sueños perturbadores, el amor desesperado e imperecedero y la romantización melancólica de la muerte; todo visto bajo una óptica moderna, enfocada en los dramáticos casos de adolescentes aquejadas por desórdenes alimenticios o tendencias suicidas.

Y si bien el cine mexicano es internacionalmente reconocido por su fidelidad al melodrama y el retrato agudo de las distintas problemáticas sociales que vive el país, la realidad es que también ha contado, a lo largo de su historia, con una sutil pero muy destacada corriente fantástica que ha vuelto legendarios nombres como los de Carlos Enrique Taboada (
El libro de piedra), Fernando Méndez (
El vampiro), Juan López Moctezuma (
Alucarda: la hija de las tinieblas) o Guillermo Del Toro (
Cronos), entre tantos otros directores, productores y guionistas que le han apostado al género del horror -sin duda, uno de los más populares del mundo- desde la muy particular perspectiva de la idiosincrasia nacional.
Hasta el viento tiene miedo se inscribe de lleno dentro de esta gran tradición. Se trata del
remake de una de las películas que más culto han generado en la historia de la cinematografía nacional: una reelaboración o reimaginación de la que, para muchos, es la cinta mexicana de terror más famosa de todos los tiempos.
El nuevo guión lleva la trama original de Carlos Enrique Taboada Walker -estrenada el 30 de mayo de 1968- hasta territorios que el propio guionista y director no pudo explorar debido a las múltiples limitantes sociales de su época. Historia que ha sido reinventada por jóvenes y destacados escritores como Alfonso Suárez Romero (
Puños rosas, 2005, de Beto Gómez, Videocine/Dejarme Disfrutar Films/Plural Entertainment), Ángel Pulido Alonso (
Bajo la sal, 2007, de Mario Muñoz, Warner/Imaginaria/Fidecine), en colaboración con Mario P. Székely y Gustavo Moheno.

El escenario de la cinta original -un internado de señoritas- ha sido transformado en la
Casa Alquicira, un centro de apoyo para adolescentes con problemas de bulimia y drogadicción; lugar que tiempo atrás enfrentó el suicidio de una de sus más inquietantes internas:
Andrea Ferrán. Asentado en una elegante casona alejada de la Ciudad de México, el centro es regido por la psiquiatra
Bernarda Alquicira, y su brazo derecho: la doctora
Lucía Franyutti. Tras un frustrado intento de suicido,
Claudia Villegas, una adolescente con tremendos problemas emocionales, arriba a la casa en calidad de paciente y, súbitamente, el fantasma de
Andrea empieza a manifestarse enrareciendo por completo la atmósfera del lugar.
La trama respeta, en buena medida, muchos de los personajes y situaciones de la película original, pero reinventa algunas de las escenas más clásicas, amén de presentar un nuevo final que la aleja por completo del argumento de Taboada. Y es que como dice Guillermo Del Toro: "
adaptar equivale a casarse con una viuda. Se debe respetar la memoria del difunto, pero no por ello dejar de disfrutar la luna de miel".

Se conjuntó un gran equipo para poner en pantalla la nueva versión de
Hasta el viento tiene miedo. El reparto es encabezado por Martha Higareda (
Amar te duele, Niñas mal), en el rol de
Claudia. Con una impresionante carrera forjada en apenas unos cuantos años, Martha es hoy por hoy una de las actrices más respetadas y populares del cine mexicano.
Verónica Langer (
El búfalo de la noche, El viaje de la Nonna), ganadora del Ariel como Mejor Actriz de Cuadro por la cinta
Miroslava (1993), de Alejandro Pelayo, encarna a la psiquiatra
Bernarda Alquicira. En el rol de su brazo derecho, la doctora
Lucía Franyutti, se encuentra la reconocida y multifacética actriz, originaria de Connecticut, Estados Unidos, Mónica Dionne (
Sexo, pudor y lágrimas, De ángeles, flores y fuentes); mientras que Danny Perea, la joven ganadora del
Ariel como Mejor Actriz por
Temporada de patos (2004), de Fernando Eimbcke, interpreta a
Josefina, una de las internas más enigmáticas de la
Casa Alquicira.

Completan el reparto destacadas actrices jóvenes como Mafer Malo (
Efectos secundarios, la teleserie
Rebelde), Elizabeth Valdez (
La última noche, Cero y van cuatro), y Magali Boysselle (
Párpados azules, la teleserie
Los Sánchez). De igual manera, la película marca el debut de Valeria Ciangherotti, Cassandra Ciangherotti y Verónica Falcón, con roles claves dentro de la historia; acompañadas por Guadalupe Noel y Cecilia Constantino. Destacan, también, las participaciones especiales de Fernando Luján y Alicia Bonet. Esta última, por cierto, interpretó el rol de
Claudia en la versión original de
Hasta el viento tiene miedo.
Detrás de cámaras, el equipo resulta no menos ecléctico. Aunque se trata de su ópera prima, el director Gustavo Moheno (Ciudad de México, 1973), cuenta con una notable experiencia fílmica. Estudió en el Centro de Capacitación Cinematográfica, donde realizó sus primeros ejercicios escolares. En el año 2001 produjo, escribió y co-dirigió el mediometraje
El camino de las ceibas (La Ceiba Films/Background Productions), protagonizado por Damián Delgado, Gerardo Taracena, Soledad Ruiz y Claudine Sosa, el cual fue presentado en múltiples festivales, tanto nacionales como internacionales. Y en 2003, realizó y fotografió el documental
Por un puñado de rosas (Videocine/Dejarme Disfrutar Films), en torno al azaroso rodaje fronterizo de
Puños rosas, de Beto Gómez.
La dirección de fotografía corrió a cargo de Arturo de la Rosa (
La otra conquista, Elisa antes del fin del mundo, Goitia:un dios para sí mismo), sin duda uno de los profesionales más talentosos y respetados del medio; la música original es del talentoso compositor graduado del
Trinity College of Music, de Londres, Eduardo Gamboa (
La niña en la piedra, Conejo en la luna, El cometa, Hasta morir); mientras que la edición recayó en el también reconocido Óscar Figueroa Jara (
El crimen del padre Amaro, El tigre de Santa Julia, Dos crímenes).

Si aceptamos que las imágenes cinematográficas están plagadas de fantasmas que nos visitan cada vez que las visionamos, cabría decir que
Hasta el viento tiene miedo puede ser, en su estado más elevado, una reflexión sobre el cine mismo y la forma en la que el espectador es llevado, literalmente, hasta una suerte de sueño espectral cada vez que se apagan las luces.
La senda del terror que produce lo invisible se ha abandonado en los últimos años en aras de la espectacularidad, pero este filme busca demostrar que los recursos plenamente cinematográficos continúan funcionando para contar buenas historias: en este caso, un pequeño cuento sobrenatural perfilado hace 40 años por Carlos Enrique Taboada, que acaba siendo testigo de un drama de grandes dimensiones psicológicas sobre el más primario de nuestros miedos.